'El tiempo durante la internación era incierto. Estaba pérdida en el tiempo. Mi único reloj era la comida. Sabía que era el mediodía si venía el almuerzo. Pero nada más. No sabía de días, no porque no pudiera, sino porque ni preguntaba. Mi mente no estaba para eso. Para mi fueron años. Años tirada en una cama haciendo nada más que comer. Años entre enfermeras y monjas que rezaban por mi. '
Capítulo XXII: Adelgazo, luego existo
Capítulo XXII: Adelgazo, luego existo