'Me levanté de la cama y salí de la habitación al pasillo. Era de noche y estaba todo calmo. Caminé por el pasillo y a los lejos todavía podía escuchar los gritos de mis papas. Me acerqué a una ventana. Recuerdo que para abajo se veía un lindo jardín con una estatua de la Virgen María. Sentía el aire correr por mi piel y enfríar el lugar por donde habían corrido mis lágrimas hacen unos segundos. Lloraba porque sabía que la culpa era mia, o eso creía. Es verdad yo no decidí enfermarme, pero podría haber hecho el tratamiento como debía y no estaría donde estaba. Miraba por la ventana, y a mi venía un deseo prohibido. Tenía ganas de saltar. Me preguntaba cómo se sentiría el momento antes de caer, en el que ves el suelo acerse. Cómo se sentiría el impacto. Si moriría al instante o sentiría dolor. Quería saltar, pero tenía miedo a no morir.'
Capítulo XXI: Dios te salve María.
Capítulo XXI: Dios te salve María.